¿Dónde se sitúa la integridad académica en la era online?

El blog comunitario 'Aprendizaje y enseñanza' de la universidad australiana Macquarie abrió un debate relacionado con las consecuencias que puede tener un salto de la enseñanza presencial a la enseñanza en línea para la integridad académica.

La respuesta de los profesores a la pandemia de coronavirus está experimentando un cambio gigantesco en cuanto a la combinación de métodos de evaluación que muchos o la mayoría de los profesores utilizarán en universidades de todo el mundo. El cambio más grande, y quizás el más sorprendente para muchos, es alejarse de los exámenes controlados y monitoreados presencialmente en el campus. La necesidad del distanciamiento físico ha llevado a la decisión a muchas universidades de suspender parcial o totalmente las evaluaciones presenciales vigiladas, como exámenes escritos y prácticos.

Evaluaciones monitoreadas en línea

Al principio, la esperanza de los educadores era que los servicios de supervisión en línea preparados a distancia resolverían este problema. Sin embargo, esta esperanza se ha disuelto en los últimos días. Un artículo actual del profesor Michael Sankey, presidente de ACODE (el Consejo Austalasiano de Aprendizaje Abierto, a Distancia y e-Learning), señala que cada vez más expertos en enseñanza y aprendizaje universitarios han llegado a la conclusión de que los exámenes supervisados en línea no encajan bien en el entorno actual, y que estos no serán suficientes. La explicación de esto reside en que la tecnología y la adaptación humana no avanzan al mismo ritmo.

El monitoreo en línea o proctoring se considera una tecnología extremadamente nueva y sofisticada para que los estudiantes y educadores la adopten en un corto período de tiempo, al tiempo que se concibe como muy costosa de implementar en un momento de graves dificultades económicas en la que viven muchas instituciones.

Además, se cree que los proveedores de servicios se verán desbordados por la demanda. En los últimos 10 días, ya hemos escuchado a los líderes de muchas universidades limitar o prohibir seriamente el uso de supervisión en línea o proctoring a través de proveedores de servicios. En casi todos los lugares donde se está considerando el monitoreo remoto, también se está restringiendo de forma notable. Si se utiliza la supervisión en línea, la comunidad de académicos, estudiantes y administradores necesitarán recursos adicionales y apoyo técnico sustanciales para lograr resultados aceptables.

Sin embargo, existen ejemplos que demuestra la viabilidad del uso del proctoring. La Universidad de Nueva Inglaterra, por ejemplo, cambió a exámenes supervisados en línea tras haber realizado una apuesta decidida, habiendo destinado un periodo de tiempo considerable a la implementación y cimentado el proyecto en una planificación seria en cuanto a recursos y apoyo técnico se refiere.

Evaluaciones en línea no supervisadas

Como resultado de estos desarrollos, podemos ver un aumento significativo en la cantidad de evaluaciones no supervisadas online que se utilizan para reemplazar el examen escrito tradicional. Esto incorpora tareas y proyectos del día a día, tareas con restricción de tiempo para llevar a casa y pruebas en línea no supervisadas.

Otros, aunque en menor cantidad, están considerando estándares como los cuestionarios en línea de Viva Voce o las presentaciones en línea. Estos arreglos que se están produciendo significan que, a medida que avanza el semestre actual, es muy probable que aparezcan nuevas oportunidades en el campo de la integridad académica general. En un semestre normal, las personas tendían a ver las pruebas presenciales supervisadas como un respaldo a la estructura de integridad, al tiempo que conformaban la evaluación general de una unidad curricular. En cierto modo, fue visto como un componente de equilibrio en el conjunto general de controles y contrapesos que conservan un ambiente aceptable de la integridad académica.

Contratación de trampas

Está claro que el cambio en las técnicas de evaluación y la marcada línea en la supervisión en persona brindan múltiples oportunidades para hacer trampa, aunque es importante tener en cuenta que la mayoría de las trampas tienen lugar a través de contratos de servicios comerciales. La investigación sobre trampas contractuales de Tracey Bretag (2018) ha revelado que una parte constante de las trampas ocurre y se ve afectada por diferentes factores, entre los que se incluyen las oportunidades reconocidas para hacer trampa, la amenaza de detección, la percepción sobre el valor de las tareas de evaluación y la calidad de los mecanismos de apoyo a los estudiantes.

Si bien una perspectiva global sobre la integridad académica seguramente abogaría por la inclusión de un conjunto de herramientas de medidas de apoyo, detección y educación, la combinación anterior de medidas probablemente no pueda hacer frente al cambio ahora mismo. En años pasados, los dispositivos de correspondencia de texto eran útiles ya que muchas trampas implicaban plagio de fuentes digitales y requería poco trabajo por parte del profesor. Sin embargo, estos dispositivos ya no son útiles para detectar trabajos escritos personalizados realizados por fraude contratado a terceros. Se podría argumentar, de hecho, que el uso bien conocido de la coincidencia de texto alentó la presencia del "mercado de trampas", volviéndose en enemigo principal de la integridad académica.

La tecnología que permite la detección automatizada de trabajos personalizados externos aún no se emplea de forma común, y hasta la fecha hay pruebas limitadas sobre su precisión y efectividad. Suponiendo que la detección online no sea realista a corto-medio plazo, el trabajo de identificar el fraude contractual recae principalmente en el personal académico. Pero quedan preguntas en el aire: ¿pueden realmente detectar el fraude contractual? ¿seguiríamos manteniendo los estándares de integridad académica? ¿es esta la labor del docente?

No en vano, hay esperanzas puestas en el horizonte, y es que, la rápida evolución que los software educativos están experimentando, acelerados por el nuevo paradigma que ha traído consigo el coronavirus, está haciendo que empresas comerciales, inversores privados e instituciones públicas estén destinando importantes recursos a este sector, lo cual se traducirá en grandes avances en materia de tecnologías de la educación (EdTech). En este sentido, los sistemas para el control sobre la integridad académica no serán una excepción.

Ejemplo de ello es la investigación de Philip Dawson y sus colegas de la universidad Deakin, que han llevado a cabo una investigación práctica sobre la viabilidad de proporcionar al personal docente académico la capacidad de detectar y evidenciar de manera efectiva casos de fraude contractual. Si bien la detección no se plantea como la "única" respuesta, desempeñará un papel central en el mantenimiento de la estructura general de la integridad académica, en un momento en el que el monitoreo o vigilancia en persona ya no puede desempeñar el papel que desempeñó en el pasado.

Evaluación oral

Otra posibilidad es volver al método contrastado y verdadero de la evaluación oral, pero en una forma que se adapte al mundo online contemporáneo. Se puede encontrar un enfoque auténtico en el modelo Griffith. Este enfoque requiere que los estudiantes elijan períodos de tiempo utilizando herramientas de reserva en línea y realicen breves presentaciones orales o charlas en vivo como si fueran tareas reales, asistidas por plataformas de videoconferencia en línea. El equipo de la Escuela de Negocios de la Universidad de Griffith ha creado una guía llamada "evaluación oral interactiva". Se ha probado con clases de más de 300 alumnos. El equipo de Griffith presentó un seminario web de Transforming Assessment sobre “Evaluación oral en línea auténtica (un reemplazo del examen)” que bien podría valer la pena examinar.

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